Los Juegos Olímpicos locos
A pesar de la gran oposición del pueblo japonés y la situación seria por pandemia, el gobierno japonés está tratando de inaugurar los Juegos Olímpicos. Ya todo el pueblo sabe cuánto de incompetente es nuestro gobierno. Y nuestra queja está llegando al límite.
Durante esta pandemia, el gobierno nos ha puesto muchas reglas y el pueblo de Japón ha estado obedeciéndolas bastante bien. Por falta del apoyo público, mucha gente perdió sus trabajos y está sufriendo por la pobreza, perdiendo sus casas, no pudiendo comer bien. La tasa del suicidio ha incrementado, es muy triste.
Sabemos que ahora no es tiempo para llevar a cabo los Juegos. Incluso después de muchos atletas llegaron a Japón, los problemas están aumentando y hay manifestaciones casi todos los días en contra de este evento. El pueblo es muy crítico con los comportamientos de Thomas Bach y los políticos japoneses, quienes sólo obedecen a las órdenes del COI. Entre nosotros, no hay duda de que estamos siendo utilizados por el COI que sólo trata de conseguir mucho dinero ignorando las opiniones del pueblo japonés.
Según la encuesta sobre la opinión pública, ya la tasa de la gente que apoya el gabinete está alrededor del 30%, que es la cifra más baja durante su cargo. Mientras que ordenó al pueblo que no salga, no abra los restaurantes, ni viaje ni juegue ni coma con otras, los políticos están utilizando sus derechos especiales ignorando las normas que han creado por sí mismos. ¿Quién quiere confiar en un gobierno así?
El primer ministro no trata de explicar nada. En las ruedas de prensa y al responder a las preguntas de la oposición en la Dieta, sólo repite que va a llevar a cabo los Juegos Olímpicos de forma segura sin mostrar las razones fundamentales, datos concretos, ni las medidas confiables. Estamos enojados porque tendremos que enfrentar más dificultades durante y después de los Juegos ya que es muy claro que este evento será una causa de expansión de los contagios.
Si nuestro líder fuera un poco sabio y competente, hubiera podido tomar la decisión de cancelar los Juegos antes. No escuchar las voces del pueblo significa que no funciona la democracia en este país. Los manifestantes y el grupo que recoge firmas no están violando ninguna ley y hacen sus actividades con los permisos. Sin embargo, las policías tratan de parar estas actividades con fuerza. Creo que es como la situación de Hong Kong o Myanmar.
Durante los Juegos, tengo que trabajar en el aeropuerto sin vacunación tomando un riesgo de contagio. Muchas personas que perdieron sus trabajos como yo, trabajan para este evento con muy poco salario y si se contagian del virus, no hay ninguna compensación para nuestra salud. Los atletas, los entrenadores, los miembros del comité y los medios ya han tomado la vacuna pero los trabajadores temporales que tienen que trabajar al frente de los Juegos, no están protegidos por la vacunación. Y hemos estado oponiéndonos a los Juegos. ¡Qué ironía!
Existe una jerarquía incluso en la vacunación. Las personas que pueden recibir la vacuna ahora son las que pertenecen a las empresas grandes, y las que perdieron sus trabajos no pueden vacunarse. Muchos sistemas que tenemos ahora son para las que ya tienen un buen trabajo y buena vida. Para los pobres y los que desafortunadamente perdieron sus trabajos durante esta pandemia, no hay manera de cambiar sus vidas.
Estoy desesperada por nuestro gobierno. Él nunca trata de escuchar nuestra voz, ignorando manifestaciones, firmas y todas las opiniones que hemos estado insistiendo. ¿Quién tiene beneficios a través de los Juegos Olímpicos de Tokio? ¿Miembros del COI y unos políticos? Al menos, el pueblo japonés tienen que sacrificar a sus vidas. Cuando el contagio se expanda más, tendremos que obedecer a las reglas más estrictas y más gente va a sufrir por la pérdida de sus trabajos e ingresos. Y por supuesto, más gente fallecerá por los contagios.
Tokio 2020 es una tragedia. Es muy raro que nadie pueda tomar la decisión de renunciar a este evento a pesar de que todo el mundo sabe que no debemos hacerlo considerando la situación de la pandemia. Y ya me di cuenta de que al frente de la autoridad y de la fuerza, el poder de las palabras es muy pequeño.
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